Leo Zoreda expone la controversia surgida en 2009-2012 en el Acoso y Derribo respecto del uso de asa y los demás aparejos adaptativos a este bello deporte.
Aparejo de acoso y derribo.
La polémica sobre los chismes e inventos aplicados al acoso y derribo fue larga y dura durante los años 2009 a 2012.
Los dimes y diretes, los enfrentamientos y las discrepancias en cuanto al famoso asa añadido a la montura. Y sobre la pureza de si la fibra o la madera para construir garrochas. Y un sinfín de matices más, derivados de la subjetividad del reglamento, dieron lugar a un cambio de rumbo en esta disciplina de oro de la doma campera.
Nosotros no deseamos entrar en dicha polémica ni valorar lo que es puro o no, quisiéramos simplemente describir sus particularidades y su posible justificación.
Respecto a la montura podemos decir que esta debe ser robusta pero permitiendo el contacto de la pierna del jinete que es fundamental para galopar en dos pistas y en el momento de la ejecución de la echada. Su concha debe ser muy resistente al impacto, si es empajada debe llevar doble empellejado en su cara interior, para aguantar tantos empellones como ha de llevarse, dado el peso descomunal del ganado que se suelta hoy en día.
Todos los seguidores de este maravilloso deporte han visto como la mayoría -que no todos- los garrochistas han de agarrarse con su mano izquierda a la parte baja de la perilla. Esto no solo es para no salir despedido en ese violento encuentro, similar a chocar contra una pared, sino que lo que se consigue es tener las riendas fijas y de esa forma, por mucho que su cuerpo sea desplazado hacia atrás, su mano y su rienda no se moverán del sitio y por lo tanto no tocará la boca.
Si no se hiciese así y se agarrara ligeramente la boca, frenaría al caballo justo en el momento en que más debe de empujar y se arruinaría la acción de soltar. Debido al peso bestial del ganado, agarrándonos por debajo de la perilla de una montura normal, con el sudor de la mano y la grasa de las riendas en muchas ocasiones se resbala la mano y sin querer le damos un parón al caballo, que en ese segundo mágico donde se deben empujar y conjugar todos los factores, es fatal para el buen desenlace del lance.
Todo en vaquera se ha desarrollado para saciar una necesidad y así se inventó el asa. Una medida bastante drástica pero al parecer tan efectiva como anti estética. El asa hecha con una varilla de hierro, en el mejor de los casos forrada de cuero que se suelda al fuste delantero en forma de herradura pasando por encima del cuello del caballo y quedando en el sitio exacto donde agarrarnos guardando el equilibrio y sin tirar de la boca.
Otra solución más estética y que nos permita darle otros usos a la montura de acoso es un hueco justo debajo de la perilla.Ahí podemos meter los dedos hasta la segunda falange y es bastante improbable que se nos resbale la mano.
Una tercera solución aún más estética y que da mayor agarre que la anterior, es un hueco detrás de la perilla, a la altura donde debería ir la hebilla de la baticola que en este caso es sustituida por una hebilla a cada lado.
Hay una cuarta solución muy estética ya que no toca la montura en absoluto, pero no es tan fiable, es útil para garrochistas muy confirmados y consiste en un petral con un asa alta de cuero, o incluso un petral que no sujeta la montura sino que actúa como un collar donde poder asirse en el momento oportuno. Esta sujeción es menos rígida y la mano puede desplazarse si uno no es muy veterano en este deporte.
Para terminar con la montura del garrochista, podríamos decir que los estribos deben ser pesados, para que si los perdiésemos en carrera podamos retomarlos. Los estribos excesivamente ligeros son irrecuperables dando mil vueltas y piruetas antes de que podamos llegar a meter el pié.
La montura del amparador debe tener mucho contacto con el caballo dado que en una carrera complicada habrá de hacer muchos cambios de pie, cambios de velocidad y esto precisa contacto.
Otra recomendación es que la manta estribera vaya recogida para que no vuele en el peor momento y se vaya a la cara del caballo de soltar espantándolo o disminuyendo su visión, se recomienda no obstante en ambas caballerías.
En cuanto aparejos es imprescindible el pecho petral que asegura la montura y la cincha para que no se deslicen hacia atrás en el empuje.
Por ser este un deporte nacido del campo más directo se han permitido todo tipo de martingalas y aparejos de distintos tipos, desde falsas riendas, tijerillas, gamarras, cables y todos aquellos artilugios que permitan que a la hora de empujar no se despapen los caballos perdiendo fuerza de empuje, amén de preservar su boca fresca el mayor tiempo posible durante la dura jornada de campo. Es habitual ver vendas o protectores en manos y pies como preventivo de lesiones en terrenos duros.
Las particularidades de la vestimenta de las colleras es totalmente campera, con colores muy sobrios siempre acompañados de marsellés en tiempo sospechoso de relente y pañuelo reliado al pecho para evitar que la guayabera se abra en la carrera. Se suele usar guante o esparadrapo para defenderse de las quemaduras de la garrocha. Por supuesto guayabera, pantalón redondo o de vuelta blanca y zahones con botos. No hay estampa más campera.
En cuanto al palo o garrocha solo podemos apuntar que la fibra de vidrio y aún mejor la de carbono, aportan ligereza y seguridad, ya que en caso de romperse se partirían “como una zanahoria” sin dejar astillas que puedan clavarse a caballo o garrochista. Su parte contraproducente solo podría encontrarse en el factor flexibilidad ya que demasiada flexibilidad disipa la fuerza de empuje. La fibra de carbono da garrochas bastantes rígidas que transmiten todo el empuje.
Si hablamos de madera, la mítica para fabricación de garrochas fue la desaparecida majagua.
Procede de un árbol de hasta 15 metros de altura y tronco generalmente recto de 30 a 40 cm. de diámetro, este árbol es familia directa de la caoba y da una madera de textura media y color con tono azul característico. Es medianamente dura y resistente, es fácil de trabajar y durable, que aunque difícil de partir, si esto llegaba a producirse, se tronchaba en un corte limpio sin astillas que puedan herirnos. En tiempos se trajo mucha de esta madera desde Cuba, y al llegar a los puertos de Cádiz se metía en la salmuera de los esteros para que la sal la curase y protegiese.
Hoy en día se utiliza en carpintería y construcción de bates de béisbol en Cuba y Jamaica.
La madera en general, no puede competir sino es en precio o en clasicismo.
Ver a un maestro de la garrocha con su palo de madera y soltando con la mano entre las orejas del caballo, tiene un sabor inigualable, pero eso se reserva a grandes privilegiados.
Espero que este artículo haya sido de tu agrado.
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Leo Zoreda