La Montura Vaquera

La mejor montura del mundo.

El albardón jerezano, albardilla o  montura vaquera, llamémosla como la llamemos es indiscutiblemente el mejor aparejo para trabajar a caballo.

Faenas de Campo el origen

Todo en ella es fruto de la experiencia centenaria en la brega, generación tras generación ha sido modelada por los jinetes que en definitiva son los auténticos maestros de los guarnicioneros.
Permitidme recalcar este punto tan importante para entender nuestro oficio, el buen guarnicionero se limita a aplicar su técnica a las exigencias de sus clientes que son los que conocen las necesidades en cada momento.
Es el caballista, vaquero o domador el que nos hace llegar las mejoras que precisa nuestro trabajo y en definitiva quien nos forma.
El punto vital de una montura está en su geometría y la idónea la van forjando con el paso de los años los conocedores de la equitación.
La calidad del cuero, los cosidos y acabados son secundarios a la hora de la práctica y luego está el arte que como para todo en la vida se nace o no se nace con él,  pero que solo se consigue sacar a relucir  a base de trabajo y dedicación.
De este binomio indisociable donde el jinete diseña y el maestro guarnicionero crea, nació nuestra Vaquera.

No hay nada más representativo de nuestra cultura vaquera que la concha de una albardilla y una cabezada con mosquero, pero todo ello tiene un porqué.
Los que nos sentimos vaqueros decimos que nuestra doma es algo más que un deporte, es una forma de sentir, una cultura, somos vaqueros a pie y a caballo y esto es lo que nos distingue del resto.
Tan peculiar es nuestra forma de montar, con las riendas a una mano como lo es nuestro aparejo campero, complejo y sencillo a la vez.

Los orígenes de la albardilla se emparejan a los de la selección del toro bravo.
A 8 kilómetros de mi taller se encuentra la ganadería de bravo más antigua del mundo “El Raso de Portillo”, en mis frecuentes visitas sigo quedando atónito al ver las fotos del  Conde de Gamazo dos siglos atrás con su albardilla que bien podría estar hecha hoy en día, con toda su estructura y aparejos tal y como hoy algunos románticos seguimos haciéndola.

Nos dicen los historiadores, teoría avalada por el sentido común,

Hermanos Miura s. XIX

que esta montura es el  fruto de la adaptación de una albarda, la de los burros y los mulos, que añadiéndole una perilla que facilite el subir con zahones y una concha que evite salir por detrás en las faenas de acoso resulta una montura vaquera.
Esta transición continúa incorporando una cincha fuerte que amarre bien la montura en un acto fácil y rápido añadiendo unos estribos de ancha superficie para comodidad del pie largas horas estribado y parapetándolo con chapa que lo proteja en lo posible de desafortunadas cornadas.
Su peso permite que aún perdiéndolo en la faena volvamos a encontrarlo con suma facilidad sin la ayuda de la mano y evita las tan temidas estribaciones en las caídas.

Dos factores importantísimos han influido en la evolución de la albardilla:
En primer lugar la cantidad ingente de horas e incluso días que el vaquero ha de pasar a caballo a ratos bregando, a ratos al paso incluso a caballo parado pero sin desmontar, vigilando el carear del ganado.

Joselito un día de Acoso

En segundo lugar ha influido en la arquitectura de nuestros chismes lo agitado de nuestra doma, la violencia de los movimientos requeridos que exige el jugarse la vida con este ganado.
Para poder soportar este duro trabajo, entre vaqueros y guarnicioneros hemos tenido que diseñar una montura otorgándole firmeza, resistencia y comodidad a partes iguales tanto al jinete como a su cabalgadura, para ello precisamos obtener un armazón sin rigidez, moldeable y elástico; “sin árbol rígido” o “barefoot” como ahora ponen de moda los fisioterapeutas centro-europeos y que nosotros lucimos desde hace más de doscientos años sin darnos importancia.

Armazón Empajado

La piedra filosofal para conseguirlo es la unión de la paja de centeno y el cuero crudo creando un armazón insuperable en flexibilidad y resistencia a un tiempo. Incorruptible al trabajo, a los golpes, a las inclemencias del clima e incluso a los accidentes propios del noble bruto pero sin impedir obtener uno de los asientos más cómodos y seguros.

La falta de rigidez también otorga un gran confort a la cabalgadura permitiendo al caballo incurvarse y flexionar su dorso en cualquier dirección, evitando lesiones y esto es palpable cuando nos encontramos caballos haciendo duras faenas de campo a diario, pasados ya sus veinte años de edad.

Montura Zoreda

La zalea con su almohadilla rellena de pelo del propio caballo es responsable de la comodidad del asiento siendo duro y cómodo a un tiempo y plano en su parte posterior lo que otorga fijeza a los ísquiones
y evita que nuestro trasero resbale en medias vueltas o volviendo en las piernas a galope.
El baste  hecho de lona de algodón (antialergénico por excelencia) relleno de pelo y cerdas de caballo o cabra ocupa una gran superficie lo que conlleva un excepcional reparto del peso muy indicado en largas faenas haciendo más llevaderos los duros trabajos de sol a sol.
¿Por qué? Es fácil explicarlo: Tanto la zalea como el armazón y su grueso y blando baste de pelo se adaptan con el trabajo creando un “molde” de la anatomía del jinete en su parte superior como del dorso del caballo en su parte inferior dando lugar a la única montura en el mundo moldeable es decir anatómica.
En otras culturas siempre apostaron por la ergonomía y esta fracasa cuando es nuestro cuerpo y el del animal el que debe adaptarse a la montura quedando mucho más expuesta esta afirmación cuando se trata de trabajar doce horas diarias.
Nada puede ser más anatómico que un molde de ambos y esto solo lo consigue nuestra querida albardilla.
En nuestra protagonista, nada es fruto del antojo o la casualidad, sus aciones sencillas, sin hebilla, que los viejos vaqueros confeccionaban ellos mismos, con sus tres vueltas que nos aseguran su larga duración y en caso de rotura nos previenen desliándose poco a poco evitando nuestra caída en un apoyo.
La cincha es también muy peculiar ya que es la única que va independiente de la montura, solo se manipula por el lado izquierdo y su sistema de doble hebilla actúa como polea multiplicando nuestra fuerza, asegurando la montura contra todo tipo de ajetreo. Por ser una cincha perimetral e independiente no nos hecha la montura hacia el lado que cinchamos como el resto, ventaja muy apreciable a la hora de las prisas.
Un rasgo inequívoco de nuestra montura es que todos los correajes cincha, aciones, baticola, estribera, van cubiertos por la zalea.
Con mucho talento echamos todos los puntales debajo de la zalea por delante de la estribera consiguiendo un falso borrén donde defender nuestro equilibrio templando y parando a raya.

 

 

Perilla moteada

Un viejo amigo y mayoral de “El Raso” el entrañable “Visera” me enseñó que él al cinchar no pasa el puntal al otro lado sino que lo dobla en el centro, en la hebilla de la baticola y la punta vuelve a caer al lado izquierdo. Esto sirve para que en caso de accidente, cornada o congestión de un caballo solo con tirar del puntal queda suelta la cincha, consejo que he convertido en hábito.

       Detalle moteado atravesado

                                                  Casa El Caballo, moteado en seda de gusano. Prop. Hermanos Baones

En nuestra montura llega a tal punto de verdad aquello de “si está ahí por algo será” que hasta el moteado tenía su función. Tanto el moteado en seda como a correa siempre fue una medida para reforzar el armazón y no algo meramente decorativo como lo es hoy en día. Al motear el guarnicionero pasaba el cabo o la agujeta, según convenga, atravesando la concha y la perilla de lado a lado, pasando cuero, pellejo y  paja haciendo estos aún más compactos y resistentes.
Más tarde la picaresca se ocupó de aligerar esta faena moteando solo el cuero a la vista con un resultado más bello pero meramente estético, de ahí que hoy se empleen pellejos mucho más gruesos para suplir esta carencia.

Aprender más

Si lo deseas puedes ver mi vídeo haciendo el moteado antiguo atravesado pinchando aqui →Moteado

Reatillas, agujetas, anillas….todo lo colocó ahí el ingenio del hombre de campo, sencillo y práctico por excelencia, unas para atar la manta estribera otras para llevarla hacia delante y no sentarnos en ella, las reatillas para transportar toda clase de bultos o para apear un potro, amarrar un becerro o sustituir la ación o rienda rota en el campo hasta llegar al cortijo.

Podría contaros  amigos, un sinfín de experiencias……de monturas vaqueras con 130 años en perfecto estado y muchas otras superando el siglo de antigüedad que han pasado por mis manos. Podría contaros la emoción que me supone ver la auténtica entrega a su oficio de aquellos hombres antiguos, descubrir detalles en el interior de ellas que conllevan mucho trabajo, muchas horas aún sabiendo que nadie los apreciará jamás por encontrarse ocultos en el interior ……..y saber que un día ese maestro guarnicionero se echó en su cama con la satisfacción de haberse vaciado en cada trabajo que hacía, en cada puntada, en cada moteado, en cada baste……..la plena satisfacción de saber que la última es la mejor que has hecho y que mañana intentarás superarte a ti mismo.

                                                                               Concha empellejado doble

Amigos míos con la montura vaquera no acaban ni los años de brega, ni los potros que se revuelcan sobre ella, pero con aquellos antiguos guarnicioneros……¡¡¡¡ya casi hemos acabado!!!!

Tal vez haya quien eche en falta en mis letras alusiones a otros aparejos que quieren simular a la albardilla. Estos sucedáneos de fibra de vidrio, polietileno, madera o hierro no dejan de ser solamente eso, sucedáneos.
No equivoque el lector «esas obras de tapicería» con la auténtica albardilla empajada y empellejada que es la única que contempla todas las virtudes anteriormente mencionadas y para mí la única que existe.
Algunos aficionados, poco vaqueros por otra parte, se decantan por estos sucedáneos con alegaciones como el peso, nimiedad que aclararé debidamente en próximos capítulos, pero que dejan ver el trasfondo: lo que importa es que sea barato.

                                                                  Montura Vaquera Zoreda
A estos aficionados con seguridad algún día les visitará el duende del arte vaquero y apreciarán el orgullo de montar la montura de tus antepasados o el arte de llevar una antigua vaquera empajada bien conservada, cosida a mano en su totalidad sabiendo que cada puntada la dieron para ti.Que no hay dos iguales.
Espero por el bien de mi oficio, que la cultura vaquera crezca entre todos nosotros y sepamos transmitir la pureza que hemos recibido de nuestros predecesores.

Debemos reflexionar y llegar a la conclusión de que no somos propietarios de la doma vaquera ni de la guarnicionería, la forja o el herraje sino que tenemos la responsabilidad de transmitir a nuestros hijos en estado puro la herencia cultural recibida y cualquier adulteración en esta cadena recaerá sobre nuestras conciencias.
Yo por mi parte hago lo que puedo a diario en mi taller y espero aportar un granito de arena más desde estas páginas.

Espero que este artículo sea de tu agrado, si tienes alguna duda o sugerencia te ruego me escribas pinchando →  aquí

Leo Zoreda
www.zoreda.es

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